Aunque los cuidados de una parra o vid de jardín son más sencillos y algunos aspectos como la poda, bastante diferentes, queremos mostrarte los cuidados que necesitan las viñas destinadas a la producción de vino.
Para ello hemos visitado el viñedo de la Bodega Campos Góticos, el primer viñedo ecológico de la Ribera del Duero. Ellos nos cuentan cómo miman sus viñas día a día durante todo el año para obtener uvas de gran calidad con las que elaborar sus grandes vinos.
Como ocurre en el jardín, muchos de los buenos resultados que se obtienen en el viñedo son gracias a la continua observación de las plantas.
En Campos Góticos, el año comienza con la poda de las viñas. Las plantas permanecen en reposo resistiendo el frío, las heladas y la nieve invernal. Las nieves proporcionan reservas de agua en la tierra que podrán aprovechar las plantas en primavera, cuando inicien su brotación.
En marzo comienza a crecer la vegetación por las calles del viñedo formando una cobertura vegetal que permite cuidar y preservar los microorganismos del suelo. Al igual que en el jardín orgánico, una tierra llena de vida es la base para tener viñas fuertes y sanas, capaces de producir uvas de excelente calidad.
Antes de que finalice el frío, normalmente durante el mes de abril, se realiza una nueva poda que hará que los brotes, que ya están a punto de aparecer, nazcan con más fuerza y energía. Los restos de poda no se desperdician ni se queman. Se dejan sobre el terreno como cobertura vegetal hasta el mes de mayo. Después se trituran y se incorporan a la tierra dejándolos en superficie, como materia orgánica.
Se acerca el mes de mayo y las viñas inician su brotación tomando día a día un color verde más intenso que contrasta con el cálido ocre de la tierra y el limpio azul del cielo. Llega el momento mágico en el que salen a la luz los primeros racimos. Los pequeños racimos emergen entre las hojas de la viña como si quisieran asomar por encima de ellas.
A medida que aumentan las temperaturas, finales de mayo o principios de junio, se aproxima uno de los momentos más fascinantes y delicados en el viñedo, la floración. Las heladas tardías pueden dañar las flores reduciendo de forma importante la producción de uva.
La floración estalla y las viñas se llenan de pequeñas perlas verdes que lucen colgadas de los racimos. Los cuidados de las cepas y la tierra han merecido la pena.
La floración deja paso al cuajado de los racimos, donde aparecen las pequeñas uvas que serán la base de los buenos vinos de Campos Góticos.
Las lluvias de primavera favorecen por estas fechas el crecimiento y maduración de los racimos recién formados. Finalizado el riesgo de heladas tardías se inicia el período de tormentas, que pueden venir acompañadas de granizos, muy dañinos para los racimos que comienzan a formar ya los primeros frutos.
Los racimos se van formando durante el mes de junio y a principios de julio las uvas forman ya un racimo perfecto que aún tendrá que madurar aprovechando el sol y calor estivales.
Finales de julio, principios de agosto, las uvas Tempranillo comienzan a tomar tonalidades rojizas y moradas. La observación de los racimos es imprescindible para detectar posibles necesidades de la planta, agua, tratamientos orgánicos para prevenir plagas o enfermedades que puedan darse debido a condiciones climáticas adversas…
Los racimos comienzan a alcanzar su máximo esplendor, estamos entre mediados de septiembre y principios de octubre. Las viñas necesitan calor, pero también agua y frescor nocturno. Se aproxima la vendimia.