En la época de los romanos el huerto tradicional se transforma en un espacio dedicado al lujo y exotismo entre pórticos y columnas aunque aún seguirá asociado al concepto de espacio productor de alimentos.
Los jardines romanos, mitad jardín mitad huerto, incorporan por primera vez pequeños elementos arquitectónicos, templetes, toldos, columnas con plantas trepadoras…
Jardín romano de la Casa de las Fuentes, en Conimbriga (Portugal) – Foto de Francisco Cruz
Otro elemento fundamental del jardín romano es el agua. En los jardines romanos encontramos manantiales, fuentes, caños, cascadas, estanques e incluso ríos, en un intento por aportar al jardín un sentido natural y paisajístico.
Ninfas, delfines, faunos… eran algunos de los motivos utilizados en la decoración escultórica de los jardines en la época romana.
De esta forma, los romanos fueron precursores del jardín moderno actual, un jardín unido a la casa, íntimo, familiar, acogedor y decorativo, cómo podemos ver en algunos jardines romanos reconstruidos recientemente, por ejemplo, el jardín romano de la Casa de los Vettii, una de las casas más lujosas y famosas de Pompeya.
Jardin romano Casa de los Vettii, Pompeya – Foto de Sailko