Tras una época larga de lluvias los jardines construidos sobre terrenos arcillosos y pesados están sufriendo estancamientos de agua que perjudican a las plantas.
Los suelos arcillosos tienden a compactarse creando una capa impermeable que dificulta el paso del agua hacia las capas inferiores del suelo. La tierra se encharca y provoca asfixia de las raíces debilitando las plantas y pudiendo provocar incluso la muerte de grandes árboles.
Si tenemos un suelo muy arcilloso o compacto, la mejor solución es instalar un sistema de drenaje.
Pero si queremos evitar excavaciones de terreno difíciles y costosas podemos romper la capa impermeable creando pequeños hoyos de aproximadamente 1 metro de diámetro para que sirvan de drenaje y faciliten el aireamiento del terreno.
Rellenaremos estos hoyos con piedras, arena, ramas secas u otros materiales que permitan una buena absorción del agua.